Arte

El escultor Jörg Gläsche llena de grandes olas de madera el suelo de un bosque cercano a Hamburgo

Cuando el miedo a una segunda ola de COVID-19 se extendió por Alemania en el otoño de 2020, el fotógrafo y escultor Jörg Gläscher decidió canalizar su propia preocupación en un proyecto que se sentía igualmente de vasto y dominante.

«Estaba trabajando con la idea del poder puro de la naturaleza, la fuerza que todo lo destruye, que lleva a uno de los países más ricos del mundo a un punto muerto. Una onda es una oscilación periódica o una perturbación única del estado de un sistema», explica el artista.

Entre noviembre de 2020 y marzo de 2021, Gläscher pasó sus días en un lugar apartado cerca de Hamburgo, donde recogió madera muerta y construyó nueve enormes crestas de ola y marejadas con intrincandos patrones hechos a abse de palos.

La más grande tiene cuatro metros de alto y nueve metros de ancho y se extiende como una alfombra por el bosque en capas onduladas de ramas y ramas. Cada instalación, que fotografió y luego destruyó rápidamente para reutilizar los materiales, abruma el paisaje existente con charcos de materia muerta que parece recobrar vida con otro propósito.

Las instalaciones de Gläscher son parte de un proyecto diario que comenzó al comienzo de la pandemia y que es una muestra más del poder que puede llegara a tener la naturaleza en constante reinvención.

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