Gesine Marwedel crea ilusiones ópticas a través del body painting
La piel es el órgano más grande que tenemos en el cuerpo y es por eso que puede transformarse en un lienzo infinito para desarrollar la creatividad y en una fuente inagotable de ilusiones (ópticas).
Imaginemos que como en ‘Langosta’, la película de Yorgos Lanthimos, pudiéramos elegir en qué animal convertirnos y así poder experimentar lo que es vivir en la piel de una tortuga, un búho o un caballo alado, dispuestos a soñar.
No haría falta cometer sacrificios afectivos para poder hacer real la fantasía de animalizarnos, solo haría falta caer en las talentosas manos de Gesine Marwedel.
Todos tenemos un espíritu animal y Gesine no es solo capaz de verlo, si no que es capaz de plasmarlos en las asombrosas simbiosis que crea entre las anatomías humanas (y sus posiciones corporales) y las fisonomías animales más dispares.
La artista alemana, en sus trabajos de pintura corporal, resalta sus creaciones pintando de blanco o negro partes del cuerpo de sus modelos para que se mimeticen con los entornos o los fondos que Marwedel usa para presentar sus trabajos finales.
A veces en la naturaleza y otras en interiores con claroscuros, las obras de Gesine producen en el espectador una ilusión óptica que hace que se olvide de la realidad de lo que está viendo, centrando su atención justo donde la artista quiere que se centre y visualizando justo lo que la artista quiere que se visualice.
No veras a un hombre agazapado entre sus rodillas, vas a ver a un flamenco y no veras a una mujer pintada de blanco, vas a ver una paloma y todo ello es gracias a litros y litros de pintura corporal y a litros y litros de imaginación, creatividad y talento, el de Gesine Marwedel.