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¿Qué se salvó y qué se perdió en el incendio de Notre-Dame?

LUEGO DE UN INCENDIO DE CASI 15 HORAS, ESTE ES BALANCE DEL SINIESTRO OCURRIDO EN LA CATEDRAL DE NOTRE-DAME, EN PARÍS.

El fuego destruyó por completo al menos uno de los elementos más emblemáticos de la iglesia parisina, la «flèche«, una aguja diseñada a mediados del siglo XIX por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc y montada entre 1844 y 1864. Cabe mencionar que si bien hasta ayer la «flèche» se consideraba ya un elemento propio e imprescindible de Notre-Dame (y aun del skyline parisino), en su época causó controversia y la adición de Viollet-le-Duc se percibió más bien como una imposición sobre la arquitectura original de la catedral. 

Con todo, de la «flèche» se salvaron al menos ciertas piezas: 16 estatuas de cobre que la adornaban y que representan a los 12 apóstoles y los cuatro evangelistas. De la obra de Viollet-le-Duc, eso es todo lo que queda.

Notre-Dame ha sido desde hace siglos la sede de otras muchas obras de arte y objetos de elevado valor histórico, entre los cuales sin duda lo más lo más célebre es el llamado «tesoro de Notre-Dame», integrado sobre todo por piezas relacionadas con la historia del catolicismo pero cuyo principal motivo de orgullo es conservar tres reliquias asociadas con la Pasión de Cristo, a saber, la corona de espinas que soldados romanos le ciñeron al momento de su crucifixión (según el relato evangélico), así como un clavo y astillas de madera de la cruz de Cristo.

Por supuesto, la autenticidad de dichos objetos es imposible de comprobar, pues a lo largo de los siglos han atravesado la historia de la religión en Europa, pero de cualquier modo, a nivel simbólico, se encuentran entre los principales bienes de la catedral francesa.

Asimismo, en Notre-Dame se conserva el manto de Luis IX de Francia, el rey que partió en dos ocasiones a las Cruzadas en el siglo XIII y que eventualmente fue elevado a la calidad de santo por este y otros hechos.

Tanto las reliquias como el manto de san Luis se salvaron del incendio, así como los óleos que también desde hace varios años cuelgan de las paredes de la catedral y sus vitrales, los cuales indudablemente son uno de los elementos más emblemáticos de Notre-Dame, siendo el más conocido aquel que representa las flores del Paraíso.

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