Editorial

EL LENGUAJE CORPORAL

Por Jaime Claudio Pérez García


Es el que habla sin pronunciar palabras, es cuando las expresiones son el brillo de los ojos, el timbre de la voz, el tono de la piel, el parpadeo de los ojos, el cambio de posición y los movimientos corporales. Cada miembro, cada parte del cuerpo habla sin emitir sonidos, muestran y reflejan el inconsciente. Pero igual puede haber desplantes estudiados que intentan desconcertar, que es donde tiene que ver el valor que le da cada quien a su apariencia. Hay también en algunas mujeres ciertos movimientos que son espontáneos y son seductores, casi siempre fugaces y efímeros, pero que dejan huella y el deseo de volver a verlos. Son como la insegura validez del objeto del deseo, y con la pureza original de lo auténtico.


En la espontaneidad reside la verdad, pues es ahí donde no es posible el manejo del tiempo que se mueve a su antojo, y nos deja solo como espectadores del resultado. Y es cuando se notan los esfuerzos por ocultar una debilidad o una mentira que representa un riesgo. Son las señales confusas que para ganar tiempo y atención, y acompañadas de la arrogancia, muestran la inseguridad. El arma contra eso es hacer perder el ritmo, pues cuando alguien va perdiendo, se nota el desconcierto, se olvida de cómo contestar la bola a donde no está el rival. Y así se concluye que se deben cuidar las formas y el tiempo en cada movimiento para dar la mejor imagen posible, pues aunque a veces no es difícil detectar algunos detalles del comportamiento, eso no le quita valor al hecho de llamar la atención solo con palabras, cuando puede ser posible enamorar solo con palabras, escritas o dichas.


El hecho de que algo no interese no significa que no sirve. Significa o que no fue entendido, por no haber sido bien explicado, y que es perfectible, o que todavía no es su momento. Y se puede provocar un problema o una actitud incorrecta o neutra. Pero no hay duda, la palabra implica acción. Se puede influir para un avance o un retroceso, lo que tiene la fuerza de la sorpresa, que es cuando el receptor está descuidado, pudiendo ser más efectivo el “empujón” o la “metida de pata”, y es cuando al reconocer el valor ajeno se enriquece el propio pues te libera y te despoja de lastres que distraen. A los amigos, algunos abiertos francos y comunicativos, otros ocultos, silenciosos e indiferentes, y otros abusivos, aprovechados y personalistas (que solo permiten su propio lucimiento) A todos gracias por mostrarme lo que se debe hacer, pero también lo que no se debe hacer.


Aun así es inaceptable el dominio que unos ejercen sobre otros sin su consentimiento, sobre todo de hombres sobre mujeres, lo que es esencialmente una cobardía, originada en la inseguridad y el fracaso. En la parte quebradiza de una persona, con la presión destructiva que no viene de afuera sino del interior. Si no fuéramos capaces de perdonar estaríamos matándonos unos a otros, y aunque es difícil olvidar los resentimientos y los agravios, no es momento de venganzas y enfrentamientos estériles. Se está presentando una creciente degradación de las relaciones humanas en la televisión a través del morbo estéril que fomentan los nefastos “reality shows”, las narco-series y los estúpidos programas de “entretenimiento” en los que todos hablan al mismo tiempo, y se pierde el valor de un gesto en la comunicación. ¿Cómo se puede interpretar una imagen que sin palabras te dice más que un texto? Ahí es cuando se llega al respetuoso silencio que provoca el sinsentido.


No me cansaré de advertir a las jóvenes para que desarrollen una habilidad de percepción que les permitan conocer la verdadera personalidad de un chico con solo observar sus actitudes. Es triste ver cómo una mala decisión puede afectar toda la vida futura de una chica que se dejó deslumbrar por el auto, la ropa, las joyas o las comidas, sin advertir que es un patán por cómo trata a la gente humilde (los meseros y gente de servicio) ver su limpieza y maneras, su educación al comer o beber, su manera de hablar a los demás, su actitud arrogante o su desprecio, y su arraigo familiar. No es tan difícil darse cuenta de todo esto a tiempo. El lenguaje corporal no engaña pues las relaciones humanas se manifiestan en las actitudes, que son base de la comunicación, en la paciencia y el manejo del tiempo en cada oportunidad. Y aunque el que no estés de acuerdo conmigo no nos hace enemigos, a veces olvidamos y lastimamos a los que nos aman, porque nuestra ignorancia oculta el favor que nos están haciendo.

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