Editorial

ADMINISTRAR EL TALENTO

Jaime Claudio Pérez García

Hoy, frente a la multiplicación de las pantallas y los pixeles, y entre vaivenes y altibajos, viviendo una vida acelerada de multitareas, que aunque muy estimulante, puede ser poco saludable. Realmente no sabemos nada. Estamos solos, y en una total incertidumbre, como almas recicladas que somos, habitantes de la materia oscura, y movidos por la energía oscura, solo tratamos de entender quiénes fuimos y a quiénes conocimos en vidas pasadas. Esos “deja vu” que se presentan con algunas personas con quienes sientes una afinidad natural, y de forma inexplicable les das toda tu confianza. Menudo lío en que estamos metidos. Y ahí es cuando empiezas a darte cuenta de que lo que buscas, tal vez puede estar más cerca de lo que crees, pues el espacio diferenciado no existe, todos estamos en un “continuo” uno mismo y todo a la vez. Y entonces resulta tan asombrosamente perfecto este cuerpo, estos ojos, estas manos y esta mente, que no es posible que sean solo producto de una evolución progresiva o de un dios elusivo y misterioso, el que hoy está secuestrado por algunos falsos representantes que se basan en el miedo.

Y tal vez estamos equivocados si queremos llegar al conocimiento solo a través de la mente y la razón, cuando en realidad puede ser que se debe llegar a través del placer, ya que estamos hechos, para gozar y ser gozados, para crear y construir en el misterio eterno de la no explicación. Y puede suceder entonces que aquello que no deseas que te suceda, resulta ser que es precisamente lo que te está sucediendo. Y cómo no vas a estar siempre activo, si en esta nuestra nave llamada tierra, vamos viajando por el cosmos a 30 kilómetros por segundo…

Hay días, más bien hay noches en las que inspirado por alguna infusión de té de azares, despiertas con la urgencia de escribir algunos textos en breña, que luego son pulidos, y tal vez sobrevivan la prueba de lo auténtico. Estas son las cosas que surgen en algún insomnio de la madrugada, con la mente vagando y desbocada, que es como siempre debe estar. Y finalmente esos son los momentos en que lo humano siempre pasa limpiamente por lo fallido.

Quienes me conocen, o me han leído, saben que mis gustos deportivos son la Fórmula 1 y el Tenis. En este último veo cualidades y características notables que me gustaría compartir: El juego de tenis es como el sexo, es entre dos personas, está compuesto de pausas, sorpresas y sobresaltos, de

momentos intensos e imprevisibles, inventos inesperados, equivocaciones y aciertos, y en ocasiones del climax. Dar y recibir en dos palabras. En el tenis todos los puntos son diferentes, tanto en su importancia como en interés, pueden ser rutinarios o alucinantes, aburridos o decisivos, y cada parcial puede durar unos segundos o 15 o más minutos, para dar un total de hasta más de unas 5 horas pues no hay empate. Me gusta ver el tenis, pues en las pausas puedes hacer otra cosa como escribir o seguir leyendo. La concentración es necesaria pues cada punto exige silencio respetuoso, y también sucede que el último punto puede cambiarlo todo. Los puntos pueden oscilar entre lo sublime y lo ridículo, y en ocasiones el resultado puede ser injusto. Pero lo mejor es que siempre termina con un apretón de manos. Las lecciones de vida más importantes que el tenis puede dar son: que al perder un punto y con el reto de ir cuesta arriba, uno debe dejarlo atrás, sacar lo mejor y concentrarse en el siguiente punto. Y que cuando vas ganando y tu rival está enojado, tal vez tu siguiente golpe debe de ser un golpe débil, para que él, en su desesperación y enojo, lo conteste con un golpe fuerte y saque la bola fuera de la cancha.

Ese que me mira desde el espejo, no es el mismo que se está mirando. Ellos dos viven juntos pero han envejecido a diferentes velocidades, y no parecen ser parte de uno mismo. Se conocen, y se complementan. Se ayudan y se traicionan. Y se van a reunir finalmente en su último aliento. Y ahí, lo que hemos dado será la más segura de nuestras inversiones, y aunque hacemos más caso a lo escaso, es en el silencio donde se confirma el talento. Enfrentar la realidad con sensatez y cordura, aceptando las limitaciones inevitables al considerar que eso también presenta sus ventajas. Algunos siempre hemos estado llegando tarde a las diferentes etapas de la vida; la boda, la carrera profesional, los hijos, el trabajo, en fin. Y porque es en el nivel más alto de atención en donde es posible lograr más visibilidad, en realidad siempre vivimos perdiendo cosas y perdiendo personas. Vivir es perder. Y no podemos hacer nada ante la imposibilidad de los sucesos deseados, y frente al drama del talento que se desperdicia. No nos queda más que aceptar, que seduce más el misterio que la certeza.

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