Urbanismo y Construcción

Una escalera helicoidal de madera: Tradición y modernidad

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El complejo Unhão, cuya construcción se remonta al siglo XV, consistía en un ingenio azucarero compuesto por una gran casa, una capilla y un cuartel de esclavos, demolido en 1943. Salvador era la principal ciudad brasileña en el momento de su construcción. Por esos años, Brasil era un Colonia portuguesa y la mano de obra se componía principalmente de esclavos, quienes producían el azúcar que se exportaba desde su puerto. El conjunto llamó la atención de la arquitecta ítalo-brasileña Lina Bo Bardi desde su primera visita en 1958, momento en el que pasó algunos años trabajando y enseñando en la capital de Bahía. Con la participación decisiva de Lina en la definición del programa y su implementación, los edificios fueron restaurados para albergar el Museo de Arte Popular y la Universidad Popular. Pero de todo el conjunto, el elemento que destaca por su plasticidad, funcionalidad y simbolismo, es la escalera helicoidal de madera.

Al abordar este proyecto, Lina Bo Bardi aportó un enfoque muy innovador en relación a la intervención en edificios históricos. Respetando enormemente el patrimonio, «introdujo elementos transformadores que reciclaron el edificio original, dando como resultado una intervención moderna e innovadora. (…) El proyecto de Lina Bo Bardi fue ambivalente, sin negar el edificio original, lo reinventó, descubriendo nuevas analogías en la construcción, con el mar, con las fortalezas portuguesas y con el patrimonio industrial».

Un gesto arquitectónico llamativo dentro del proyecto fue la escalera helicoidal. Demolido lo antiguo, la escalera representa la unión de lo tradicional y lo moderno en un elemento funcional y simbólico. «La escalera es contemporánea en su diseño, pero armoniza con elementos de otras épocas presentes en el edificio; simultáneamente se refiere a lo tradicional, por el uso de la madera y el sistema de herrajes tomado de las carretas de bueyes». La escalera helicoidal es y materializa el concepto del MAP (Museo de Arte Popular) según la teoría de restauración de la arquitecta, que evitó distinguir o jerarquizar entre la ‘parte histórica y la parte moderna'».

La escalera en sí misma es impresionante. «Libre en el espacio», cualidad que le otorga protagonismo, la escalera se inscribe entre cuatro pilares existentes de sección cuadrada, y se desarrolla alrededor de un pilar central redondo. En planta, se inscribe en un rectángulo de 4.15 x 4.75 metros, aproximadamente. «Cada viga perimetral inclinada soporta cuatro escalones trapezoidales cuyo espesor mide siete centímetros a través de un herraje de tipo espiga, trabado externamente con una cuña vertical. Los peldaños dividen las vigas en cuatro partes iguales. Las dos excepciones a las reglas son los peldaños apoyados en la primera y la última viga. En el primero, los cuatro pilares dividen la viga en partes crecientes a partir del primero: ochenta, noventa y cinco, cien, y ciento quince centímetros respectivamente. Además, el primer escalón de la escalera no comienza desde la esquina definida por el encuentro de las vigas, sino que avanza diez centímetros sobre la cara del pilar. En el último solo aparecen tres pilares, siendo el último un doble escalón, sumando treinta y un escalones».

Pocos son indiferentes a la experiencia que brindan las escaleras. Aldo van Eyck, importante arquitecto holandés, asombrado al visitar la obra, comentó: «Ella no dicta comportamientos, simplemente estimula la elegancia. Ella se escalona a medida que se avanza de un nivel a otro. Hace que todo el que baje las escaleras sea una persona noble».

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