Arte

Todos los significados ocultos de ‘La persistencia de la memoria’ de Salvador Dalí

«La persistencia de la memoria» esconde un significado de vida y muerte que pocos han logrado descifrar.

«¡El surrealismo soy yo!» gritó Salvador Dalí mientras salía con la mirada fúrica y pisadas tan fuertes y profundas que se podían escuchar por toda la calle. Desde adentro, lo echaban de la Sociedad Surrealista Oficial. Para entonces, él ya había recorrido un largo camino en esta corriente artística fundando algunos parámetros y poniendo el ejemplo con su obra, mismos que le valieron el reconocimiento mundial, pero sobre todo, lo convirtieron en el ícono del surrealismo. Su nombre, su imagen y todo lo que tuviera que ver con él eran aquello que le había dado forma al surrealismo. A pesar de ello, en la Sociedad lo consideraban un traidor a los principios por supuestas pretensiones fascistas. Dalí no negó ni aceptó nada, sólo se dignó a salir de ahí sabiendo su importancia en el arte.

Este incidente fue únicamente una forma de hacer crecer su ego y de alimentar su propia idea de surrealismo, la cual estaba cada vez más inmersa en sus sueños y en su propia interpretación. Ésta danzaba entre el insomnio constante y la necesidad de demostrar que estaba haciendo mucho más que sus colegas y que, por supuesto, habían cometido un error al correrlo de la Sociedad. Fue entonces que realizó una de sus obras más grandes e importantes, quizá la que más reconocimiento le haya dado a su carrera: «La persistencia de la memoria».

La importancia que en aquel momento de su vida le daba al arte era descomunal. Tenía tan sólo 28 años cuando se dedicó a pintar este cuadro de 24 x 33 cm en medio de una alucinación, la cual fue causa de una serie de enajenaciones psicóticas con las que pretendía hacer los retratos de sus sueños mucho más cercanos y reales, plasmando en este cuadro algunos símbolos ocultos que definieran su significado futuro.

Inspiración láctea

Él mismo contó que la inspiración inicial para este cuadro le llegó a la cabeza cuando vio un queso camembert, el cual era muy muy suave, casi se derretía en el lugar. Cuando lo comió, se percató de que era tan suave y cremoso que al morderlo se le deshacía en la boca causándole una sensación de extrañeza, fascinación y delirio. Sintió una especie de placer infinito que no quería que se quedara sólo en su cuerpo, quería plasmarlo en su cuadro y por ello vemos tres relojes derritiéndose lentamente, así como un mar lejano y escurridizo, justo como el queso en su boca

Dureza y flacidez como representación de la perdurabilidad

Para Dalí, ambos conceptos son plasmados sin metáforas ni simbolismos: lo duro permanece más tiempo que lo flácido. El queso pudo derretirse por su consistencia suave, pero si se hubiera encontrado en un estado mucho más sólido, probablemente aún estaría en la mesa.

Lo blando o flácido es la mera representación de lo mortal. Aquello que puede irse en cualquier momento o desaparecer sin que haya manera de hacerlo regresar a su forma original, o al menos a la vida. Todo lo vivo se consume en algún momento y muere, es impenetrable y no hay manera de hacerle volver una vez que se ha ido. Por ello, los objetos que más sobresalen en su pintura están colocados como objetos derretidos. El tiempo es, entonces, la representación de aquello que vive y siente y que con el paso del tiempo, va desapareciendo, se derrite, se deshace.

A su vez, es una contraposición de lo duro, lo que permanecerá eternamente, puesto que se encuentran deshaciéndose sobre cuerpos sólidos como un tronco o un cajón de madera. Sin embargo, aquello que realmente importa en la obra y que algunos críticos ven como el verdadero protagonista —haciendo de lado a los relojes— es la zona rocosa que yace al fondo, puesto que va a perdurar por años en contraste con el mar que, eventualmente, desaparecerá. Incluso, la luz que Dalí plasma en el cuadro está concentrada en las rocas, mientras que los relojes se encuentran más bien en la oscuridad.

Einstein como metáfora

En la parte inferior izquierda se puede ver un reloj volteado en el que la hora no es visible, entonces, el tiempo no importa. A diferencia de los otros tres, no se está derritiendo, es rígido y hace referencia a que lo blando o suave es efímero, mientras que lo firme se mantiene. No obstante, algunos aseguran que es también un guiño directo a Einstein y su teoría de la relatividad. Dalí era un gran estudioso del físico, por lo que es muy probable que no sea sólo una suposición.

Sin entrar en detalles, Albert Einstein propone un nuevo concepto de tiempo siendo más relativo y complejo, lo que se puede ver en ese reloj sobre la madera; aparentemente de bolsillo, era poco usado en los años 30, por lo que ya no era del todo funcional, ya que, aunque se mantenían en la memoria como recordatorio de cómo empezó la medición del tiempo o de cómo es que empezó todo, en un mundo post Einstein, serían sólo objetos primitivos que únicamente recobrarían su sentido mucho tiempo después. Son, básicamente, una pérdida del tiempo, como todo invento nuevo, como la vida misma. La humanidad invierte tiempo y capital en algo que, eventualmente, morirá; sólo la memoria vive y se mantiene. Por ello, el reloj aparece como un objeto de dureza excepcional, pero volteado y con algunos insectos sobre él. Es un indicio de su muerte, mas no de su desaparición.

Los relojes simbolizan la memoria

Como mencionamos antes, los cuerpos se mueren, pero la memoria puede conservarse. Cada reloj derretido es esa memoria muriendo en el cuerpo de cada persona. No obstante, no han desaparecido por completo o no hay indicadores de que eso esté por ocurrir. Volvemos a la premisa de que lo duro permanece, la memoria es dura, pero con el tiempo se va haciendo flácida. Entonces, ¿por qué el reloj de bolsillo es duro? Porque a diferencia de los otros tres no muestra la hora. Esto quiere decir que el tiempo es relativo, ése es el verdadero sentido de lo flácido. Mientras se vea la hora, el reloj se derretirá, en cambio, si el tiempo no importa y no se hace presente, el reloj se mantendrá potencialmente endurecido.

La vida

De igual forma, hay otro cuerpo flácido en el suelo. Algunos críticos aseguran que es otra representación del tiempo y la muerte. Sin embargo, nadie logra definir si es un feto o el rostro del autor. En ambos casos es una forma muy específica de la materia blanda que es, nuevamente, sinónimo de la escasa vida que está llevando en ese momento, lo que quiere decir que está evocando la muerte del ser humano y de nueva cuenta, son las memorias las que sobrevivirán al tiempo.

Decadencia

Entonces, el cuerpo en el suelo es algo que tiene vida, no importa si es un feto o el rostro de Dalí. Aunque decadente, tiene aliento en él. Pero es en dos objetos extra en los que hay insectos que se relacionan con la muerte. Por tanto, si los cuerpos duros que representan el reloj volteado y el cajón de madera son una memoria y no la vida, quiere decir que son objetos inertes, por lo que los insectos que pasean sobre los objetos hacen referencia a la putrefacción y decadencia.

El pintor le temía a los saltamontes, casi cualquier insecto le causaba asco. Por ello, en Un chien andalou junto a Luis Buñuel hicieron una escena en la que una mano se abría y de ella salía una plaga de hormigas. Quiso replicar esta mítica escena en «La persistencia de la memoria» colocando hormigas y una mosca sobre dos de los relojes: el de bolsillo, el cual “ya había muerto” y tenía a la plaga de hormigas, mientras que el reloj derretido en la caja de madera sólo tiene la mosca, lo que indica su lento fin y la decadencia de la vida misma y cómo es que nos consume lentamente.

Estamos tan inmersos en la vida diaria y en la decadencia humana que la muerte nos llega lentamente sin darnos cuenta. Esto sólo ocasiona que tengamos la mente fresca, ya que al ver cómo es que en determinado momento de la vida, ésta se estanca, sacamos a flote los recuerdos de aquello que nos hizo felices o que nos destrozó, por lo que de nueva cuenta, entendemos que la memoria siempre vivirá. No es casualidad que Dalí hubiese nombrado a su pintura con ese título; luego de haber sido echado de la Sociedad Surrealista, a su manera, extrañaba pertenecer a ese selecto grupo y aunque él era el representante natural de dicha corriente artística, sabía que se necesitaban uno al otro, es decir, la Asociación a él y viceversa.

El pintor reflexionaba acerca de cómo el cerebro era un cuerpo blando, puesto que las hormigas que representan los nuevos saberes, pensamientos y conceptos van metiéndose lentamente en él hasta que terminan por comerse lo muerto o lo que ha dejado de funcionar para darle paso a la memoria viva y eterna.

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