A CONTRAFLUJO
La diversidad es algo natural al ser humano, reflejo de la libertad que niega el autoritarismo y la opresión. La libertad de elección es la mayor aspiración humana. Por eso preocupa que se repitan historias de excelentes ideas pero mal implementadas. Los márgenes de maniobra se reducen para lo que ya no puede ser, ya que siempre quedarán cosas por hacer, y todo podría haber sido mejor, o solo diferente.
Cada uno representamos un papel, que se adapta a lo inesperado en un salto hacia lo desconocido, y al levantarse de una pérdida se avanza hacia el frente o a un costado, para no retroceder. La realidad puede ser molesta pero ahí está y no se va a mover. Hoy gana el que hace sentir, no el que hace pensar, pues cuando se deja de soñar se pierde el propósito, con el riesgo de vivir en una realidad ficticia que se adapta a obsesiones obsoletas, que intentan suplantar la verdad con una ciega doctrina que ocupa el espacio. Y de ese fracaso surge la incapacidad de escuchar, de cambiar y aprender algo diferente al dogma conveniente que los domina con mentiras disfrazadas de verdad. Vivimos en el dominio de los rompe todo, los tumba puertas, cobardes que se asumen como iluminados, ocultos en la justicia manipulada y el respaldo de abyectos incondicionales, que han sido convencidos por el dinero y el poder. Pero todo tiene sus consecuencias y nadie se libra del karma.
Hoy muchos o no tienen o no usan una oficina, los negocios y lo social ya se llevan en un café, un bar, una comida, o en un juego de pádel, se mezclan lo social y recreativo con el trabajo, se forjan relaciones y se conocen personas. La informalidad ha llegado al grado de que algunos jóvenes, libres y ligeros no se casan y no tienen hijos ni compromisos firmes, viven rápido, no piensan demasiado al cambiar de trabajo o pareja, tal vez por la amenaza de tantas calamidades que han llegado al mismo tiempo: la inseguridad, y la guerra, la inflación y migración, el cambio climático y la contaminación. Están presentes las secuelas de la pandemia, que por haber sido inédita no supimos manejar, y es incalculable el daño que quedó en los que creemos haber librado la emergencia, pues haber salido de un naufragio no significa habernos salvado. Solo nos queda reconocer y agradecer el amor generoso recibido. Y queda la sensación de haber perdido un tiempo precioso. Es imposible saber lo que afectó a los niños, a los jóvenes y a los mayores, a quienes menos tiempo nos queda, pues como los medicamentos, todos tenemos fecha de expiración.
A todos nos seduce el orden y la belleza, pero hay ciertas rutinas perniciosas que solo por ser costumbre se les da valor, sin pensar que tal vez pueden ser obsoletas, regresivas o cegadoras. Ya que solo por inercia les damos un valor ficticio y tal vez engañoso. Hay cosas como la meditación, que para algunos puede ser válida y útil, y para otros una pérdida de tiempo, pues aunque las cosas solo salen bien cuando entiendes las muchas maneras en que pueden salir mal, hay hombres y mujeres arrepentidos por haber votado de forma equivocada, y son ellos los que tienen un mayor compromiso para recuperar lo que hemos estado perdiendo, en donde con paciencia, habrá que rearmar las cosas valiosas, luego de que han sido desmanteladas. Y aunque es difícil superar la frustración de lo que no pudo ser, se debe enfrentar como en el tenis, donde al perder un punto, hay que empezar a pensar en el siguiente.
