HABLAR POR HABLAR
El falso conocimiento es más peligroso que la ignorancia (Bernard Shaw)
Hay días en que te despiertan las palabras que piden ser dichas, y también las que piden ser escuchadas, pero ¿a quién creerle? Cada vez es más difícil saber lo que realmente sucede. Perdidos en el laberinto y la avalancha de la información, que puede estar muy bien presentada pero manipulada y no confirmada, en la confusión de las mentiras ocultas, maquilladas de verdad, asoman apenas en un vistazo las verdaderas verdades ocultas, que son más creíbles cuando las palabras son articuladas con gestos y expresiones faciales y corporales que permitan una interpretación más profunda, y lleva no solo a convivir con la incomodidad, también con el error. Por ejemplo la palabra “tema” hoy de moda, y que puede significar casi cualquier cosa, aunque se usa más bien como muletilla o gana-tiempo. Un vacío esperando ser llenado.
Ya nadie lee, nadie escucha, todos estamos en actitud de evasión y con cierta incredulidad sobre lo que está sucediendo, o lo que podría llegar a suceder. Hay un gran peligro de tomar malas decisiones de forma descuidada. Todo mundo se disfraza, nadie muestra su verdadero rostro. Vuelan los días y las semanas con todo en contra. Se extrañan la serenidad y la seguridad. Todo mundo agazapado. Nadie se mueve, con una actitud de expectativa ¿de qué? No sabemos, pues abrumados por múltiples calamidades y acostumbrados a vivir vidas más tranquilas. El miedo y la incertidumbre atrofian las posibles acciones en un ambiente de expectativas negativas alimentadas en círculo vicioso. Nuestros juicios son despiadados y destructivos e implacables en las redes sociales. Que elusiva es la verdad y que difícil es confirmar las cosas. En casi todo hay versiones contradictorias y nadie se mueve de su posición. Los muros se hacen más altos, las piedras más duras y las sonrisas más escasas.
Parece que los mexicanos nos auto devaluamos con frecuencia y de muchas maneras, exaltando la ignorancia y la baja calidad social y educativa. Cosas como las barras cómicas de la TV, en las que abundan burlas hirientes y actitudes agresivas y denigrantes que muestran el subdesarrollo mental en que nos encontramos. Y no contentos con la pésima calidad del futbol, algunos jugadores se dan el lujo de tirarse al suelo a perder el tiempo, “dolidos” por algún golpe inexistente y con cualquier pretexto, lo que aprovechan las televisoras para bombardear al sufrido auditorio con altas dosis de publicidad aburrida, sosa y repetitiva que estorba y obstruye la vista de las escasas acciones. Unos se quedan en silencio y otros solo saben gritar, como es el caso de algunos comentaristas deportivos, en donde además, todos hablan al mismo tiempo y no se les entiende nada. Y aún hay otros que se arman un pleito solo para que no se deje de hablar de ellos.
Hoy las acciones espectaculares tienden a reducirse, todo es a cuentagotas y con pequeños avances, aburrido y triste. Es la experiencia la que te permite hacer las cosas rápido y bien, pero cuando el debate se pierde, la calumnia es la herramienta del perdedor. Sin olvidar que tanto en el ascenso como en la caída igualmente estas en el espacio, en el aire y no en tierra firme. Ambos son ilusorios, precarios y arriesgados. Hasta lo bonito y lo cómodo cansan.
Somos animalitos de novedades.
Conscientes del inevitable final, y aún frente a la contradicción inexplicable entre la existencia y la trascendencia, y con una cierta certeza aparente de la profundidad e infinitud del “alma” del ánima, que se sabe y se siente demasiado grande para vivir solo una vida, pues parece que está diseñada para la eternidad, ya que siempre quedan cosas por hacer. Contra la precaria y corta existencia física del cuerpo, que se deteriora y termina en un tiempo relativamente corto. Esta contradicción es la que nos molesta pues a pesar de tener que convivir, esas dos fuerzas son enemigas y contradictorias.