Editorial

REDUCIR…

Ante una encrucijada, una incertidumbre, y que se debe tomar un decisión, la posibilidad de tener el éxito que todos buscamos y pocos logran esperando que aparezca el don de la oportunidad: estar en el mejor lugar y en el mejor momento, este te permite identificarlas cuando se presentan, un empleo, un amor, un triunfo. Y en la inevitable terminación de todo, saber entregar, saber dejar ir las cosas con serenidad, que es tal vez la actitud más sana ante lo inevitable. La suerte no dura para siempre, se deben ir ajustando procederes, protegiendo la fragilidad y precariedad de nuestra propia naturaleza humana. Una vida frugal produce la satisfacción de minimizar tu huella de carbono.

Construir se ha convertido en una actividad prosaica y comercial, en el pasado con los templos, castillos o pirámides, se tenía más conciencia del impacto que producían, y tenían un sentido más místico y trascendente, con el arribo de la ciencia, que explica casi todo, hemos perdido el respeto a la naturaleza y el temor a un Dios.

Prueba de que el mejor momento para construir son los tiempos de crisis es el edificio Empire State de Nueva York, que inició su construcción en 1930, en plena Gran Depresión económica, pues además de en esos momentos, todo es más barato, se cumple una función social al dar empleo a quienes lo necesitan en tiempos difíciles. Al igual el MoMA Museo de Arte Moderno
de NY, se fundó en 1929, otra prueba más. Los corredores de Wall Street no crean nada, se aprovechan del valor y el ingenio de otros.
La primera regla para para el éxito de un proyecto inmobiliario es la localización, y es mejor si se puede también producir la innovación, que no necesita ser espectacular, y la sobriedad, que tampoco tiene que ser severidad. Habitamos y conformamos nuestros espacios, que pueden ir acompañados del elemento sorpresa, algo que se pueda llevar quien lo perciba y aprecie su valor, no es esto o aquello, es esto y aquello. El lugar ideal es donde sientes que no falta nada. La fuerza de las redes sociales es enorme, en México hay unos 130 millones de habitantes, y se han vendido 121 millones de celulares. El 75 % de la población de 6 años o más, usa el celular.

La sobresaturación de aeropuertos, hospitales, escuelas y puestos de trabajo ejercerá en el futuro una gran presión a las instituciones responsables. Hoy, también se percibe un rechazo generalizado a algunos tipos de publicidad, que cansa, se deteriora muy rápido, aburre y se deprecia. Qué no sería posible introducir aspectos culturales dentro de los mensajes publicitarios? Una buena publicidad conlleva un cambio constante para no permitir que el interés decaiga, más bien, que produzca interés hacia “el siguiente mensaje”. El timing y las sorpresas son importantes, pero no garantizan nada. La memoria es escurridiza, infiel y elusiva, aparece cuando le place.
Al paso de los años se van reduciendo las oportunidades, tal vez se esté menospreciando la experiencia y en ocasione se bajan los estándares de calidad por reducir los costos. Es como lanzar semillas al aire, algunas caen en tierra fértil, otras en roca y no prosperan. El liderazgo está en ruta equivocada, así son, ambiguos, como la vida misma, las ideas y pensamientos, como hijos que se van y hacen su vida. Vivimos en un eterno misterio inexplicable. Todo, al nacer se empieza a deteriorar, convienen estrategias de uso racional y programado de los recursos disponibles, ejercitándolos y ejerciendo control. Las variables pequeñas pueden tener
grandes consecuencias. La mente es impredecible.

Ni madre es cuando no hay nada, de a madre es cuando hay mucho. (Mexicanísmos)

Jaime Claudio Pérez

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