Urbanismo y Construcción

Aprende a evitar las principales fuentes de pérdida de energía en tus edificios

El confort térmico se hace evidente cuando no se considera. Esto se debe a que cuando las condiciones térmicas son adecuadas, el cuerpo está en equilibrio con el medio ambiente y los ocupantes simplemente pueden realizar sus actividades normalmente. Por el contrario, cuando un espacio es demasiado caliente o demasiado frío, pronto vemos cambios en nuestro estado de ánimo y cuerpo. La insatisfacción con el entorno térmico se produce cuando el equilibrio térmico es inestable, es decir, cuando existen diferencias entre el calor producido por el cuerpo y el calor que el cuerpo pierde con el medio ambiente.

Un análisis de 24 estudios sobre la relación entre la temperatura y el rendimiento de las personas indicó una reducción del 10% en el rendimiento tanto a 30°C como a 15°C, en comparación con un ideal que oscila entre los 21°C y 23°C, demostrando el impacto que puede tener el confort térmico en los ocupantes de una oficina. Un estudio más reciente, en un entorno controlado, indicó una reducción en el rendimiento del 4% a temperaturas más frías y una reducción del 6% a temperaturas más cálidas.

Protegernos del clima es una de las principales funciones de la arquitectura. Esto se puede lograr de forma activa (por ejemplo, utilizando equipos de calefacción o aire acondicionado), o de forma pasiva, utilizando radiación solar, ventilación y materiales en favor del confort interior. Si bien la aparición de las tecnologías de refrigeración y calefacción ha mejorado las condiciones interiores, también ha contribuido a la creación de edificios que están mal adaptados a los entornos en los que se instalaron, aumentando los costos de enfriamiento y calefacción. Los edificios de oficinas con fachadas acristaladas, que no están especificados con respecto al clima local, relegan a los complejos sistemas de aire acondicionado la tarea de mantener una temperatura interior constante.

La envoltura del edificio es una parte importante, ya que actúa como un filtro entre el clima exterior e interior, y debe diseñarse teniendo en cuenta las condiciones climáticas locales. En lugares cálidos, generalmente se busca ventilar el edificio tanto como sea posible, con aberturas generosas y espacios sombreados. En una región fría, por el contrario, se tiende a permitir que el sol entre en el espacio, y mantener el calor en el edificio es lo más propicio a realizar. La dirección del flujo de calor siempre va de la superficie más caliente a la más fría y la transmisión se produce cuando existe una diferencia entre la temperatura de la superficie externa e interna.

Varias investigaciones abordan las principales formas de pérdida de energía en un edificio. En general, los números están cerca del 35% para las paredes, 25% para ventanas y puertas, 25% para el techo y 15% para el piso. Estas pérdidas de calor ocurren por convección, conducción y radiación. Se producirán inevitablemente, pero es deber del arquitecto gestionar la rapidez con la que se pierde el calor; esto puede controlarse mediante el uso de materiales y técnicas de construcción adecuados para establecer y mantener un recinto de construcción impermeable, incorporando altos niveles de aislamiento.

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