Casa Acantilado y cómo hacer una obra de arte que no opaque su majestuoso entorno
En la costa pacífica mexicana, el diseño de este proyecto que sublima el panorama circundante espectacular fue guiado por la topografía.
No es azar que esta residencia concebida por Zozaya Arquitectos se llame Casa Acantilado. Extendida en una superficie de 777 metros cuadrados y situada a las afueras de Zihuatanejo, Guerrero (en el complejo residencial de lujo SLS Reserve Punta Garrobo), la vivienda fue construida sobre riscos, en un entorno rodeado de vegetación endémica y con el océano Pacífico como telón de fondo.
“La casa conceptualiza la idea de brindar luz a los pescadores que navegan a diario. Se desarrolla como un elemento que surge de las rocas, enfocado en la preservación del lugar y mimetizándose con el contexto gracias a la materialidad local y a las formas empleadas, además de poner en práctica las técnicas artesanales y la arquitectura vernácula del sitio”, destacó Daniel Zozaya Valdés.
El brief de los clientes de Zozaya Arquitectos fue muy claro desde el principio: se trataba de hacer una casa de vacaciones espectacular. Para alcanzarlo, el equipo de diseño se enfrentó al reto del terreno que tenía una topografía muy compleja. Al mismo tiempo, el sitio se volvió la mayor fuente de inspiración. “En la zona de las escaleras principales nos encontramos una gran roca, la cual tuvimos que ir rompiendo poco a poco para lograr el espacio deseado», comentó Daniel Zozaya. Gracias a estos esfuerzos, el resultado visual es coherente, armonioso y depurado.
“La volumetría parte de dos geometrías principales ligeramente rotadas y direccionadas hacia el océano, cubierta por una gran palapa central”, describió Daniel. Se ingresa directamente a la casa desde la planta alta, donde emerge el acceso principal. Conformada por materiales regionales, como la piedra, la madera y la hoja de palma, la palapa —cuya forma permite aprovechar la luz natural y la ventilación cruzada— aloja el área social completamente abierta hacia el exterior. Una piscina infinita se adosa parcialmente a la estructura principal, lo que da una sensación de conexión directa con el océano y de nadar en el cielo.
Albergados en la planta baja, a los espacios privados se puede acceder por medio de la escalera sin cubierta y con muros de concreto, dando la oportunidad de percibir el exterior y de estar protegido al mismo tiempo. Luego se llega al vestíbulo que vincula los cuatro dormitorios y sus respectivas terrazas con vistas panorámicas. “La escalera y el vestíbulo fueron muy discutidos entre nosotros y el cliente, quien pensaba que era un desperdicio de metros cuadrados. Nosotros lo considerábamos el corazón de la casa. Al final, el cliente decidió confiar en nosotros y hoy son sus espacios favoritos”, comentó Daniel Zozaya.
Para la paleta cromática, los arquitectos escogieron tonos neutros, como el gris natural del concreto, la piedra braza local del sitio, así como los plafones y la palapa de palma local, que se complementan con materiales más contemporáneos, como las vigas de acero. Esta sobriedad estética invita a enfocarse en la majestuosidad del paisaje que se puede contemplar desde las distintas áreas de la vivienda, cuyo interiorismo estuvo a cargo de Marusa Albarrán Ampudia.
“El diseño de la casa fusiona elementos de la arquitectura vernácula regional con valores de la arquitectura contemporánea brutalista, de forma que los residentes puedan relacionarse con el Pacífico”, concluyó Daniel Zozaya.