Urbanismo y Construcción

Sobre la cuarta ola de urbanización en el Ártico: «Escenarios de crecimiento post-fósil para las ciudades Árticas»

El Ártico ocupa una sexta parte de la superficie terrestre. Gran parte de su territorio está cubierto por agua y el resto por enormes extensiones de tierra firme. Tiene unos 4 millones de habitantes, entre los que hay más de 30 pueblos indígenas. Ocho Estados (Canadá, Dinamarca/Groenlandia, Finlandia, Islandia, Noruega, la Federación Rusa, Suecia y Estados Unidos) poseen territorios en la región ártica. Su importancia radica, entre otras cosas, en su función de aire acondicionado para la tierra, reflejar la luz del sol y ser capaz de regular la temperatura del planeta.

Los desarrollos tecnológicos y la urbanización actual en el Ártico alteran directamente el orden natural del planeta y tienen un impacto ambiental global. Platicamos con Rosa Pintos Hanhausen sobre su investigación La cuarta ola de urbanización en el Ártico. Escenarios de crecimiento post-fósil para las ciudades Árticas.  Esta investigación se hizo en colaboración con Caroline Couston, Evelina Faliagka y Lukas Utzig. Es un proyecto desarrollado bajo el programa Supply Chain Urbanism dentro del Instituto CHORA, Sustainable City en la Facultad de Arquitectura de la TU Berlin.

«Me di cuenta que el ártico está completamente urbanizado. Esto no significa que haya ciudades necesariamente pero cuenta con una organización a nivel planetario. Encontramos con el derretimiento del Polo y en proyectos como el Polar Silk Road, proyecto en conjunto con China y con otros países del Ártico para abrir nuevas rutas comerciales, que ya se habían dado tres urbanizaciones anteriores».

Hacia la cuarta urbanización del Ártico

Con los datos arrojados en su investigación, Rosa nos habla de tres olas de urbanización, que son, de acuerdo con Marlene Laruelle, la colonial, la soviética y la globalizada. «La primera fue con los asentamientos de la gente del Ártico, en su mayoría nómadas, poblaciones indígenas de Rusia, Canadá y Alaska. La segunda ola tiene origen en la Unión Soviética y su intento de urbanizar el Ártico con una población permanente. Se invirtió en ciudades equipadas con todo tipo de infraestructura social. La tercera ola comenzó en los años 60 con el desarrollo de los primeros pozos de petróleo y gas». 

© Rosa Pintos Hanhausen
© Rosa Pintos Hanhausen

El Ártico es un espacio donde no hay una división clara de quién es dueño de qué. Con el derretimiento de los glaciares están apareciendo islas nuevas y la cuestión es la propiedad de esas tierras. «Hay una división del Ártico entre los países que lo tocan. Existen ciertos acuerdos internacionales de respeto y de uso de suelo, pero en el centro del Ártico no hay nada definido porque es océano y está cubierto por hielo. Pero ahora que se está empezando a descubrir estas nuevas extensiones de tierra, surgen estos temas geopolíticos». En todos los países que comprenden la región sucede lo mismo, empiezan a plagar de plataformas petroleras, de pozos de extracción de gas, minas, puertos, etcétera.

La nube y el Ártico

El cambio climático permite acceder a áreas geográficas que antes no se podían. Esto genera nuevas alianzas internacionales, rutas comerciales y de comunicación, entre las que se encuentra el Internet.

El Internet existe entre servidores y cables. Estos últimos forman parte de una intervención más reciente en la región Ártica. En las aguas que circundan el Polo Norte se han colocado cables submarinos que conectan virtual y físicamente a varios países. Hay quienes ven la desaparición del hielo marino como una oportunidad para desarrollar un atajo entre Asia, Europa y América. Éste reduciría la latencia (o retraso) que sufre una transferencia de datos entre dos puntos, lo que resulta en una conexión de internet mucho más rápida y poderosa entre los países que tengan acceso a dichos cables.

© Rosa Pintos Hanhausen
© Rosa Pintos Hanhausen

«Hay un cable de internet que le da toda la vuelta a la costa de Canadá y de Alaska. Conecta de Alaska a Seattle y de ahí se va por toda la costa de Canadá hasta Groenlandia y hacia Canadá de nuevo. Del lado europeo conecta todo Escandinavia, con Rusia y con China».

La nube se nos presenta como un espacio efímero, transparente, ligero y ecológico. Una plataforma que permite la sostenibilidad, pero la realidad es otra. El hecho de que nuestros dispositivos electrónicos cada vez sean más eficientes e inteligentes es gracias a los avances en la tecnología y en gran parte en que su procesamiento y desarrollo suceden en la nube. Sin embargo, la nube como estructura, requiere cantidades masivas de energía para funcionar. «Entre más inteligente y pequeño sea el dispositivo, mayor es el espacio que requiere el centro de datos».

© Rosa Pintos Hanhausen
© Rosa Pintos Hanhausen

Hoy sabemos que el Internet representa el 3% de las emisiones de carbono. En su totalidad requiere más energía que países como la India, Japón o Rusia, y se espera que su consumo crezca exponencialmente en los próximos 10 años. 

El Cambio Climático

La segunda parte de esta investigación aborda las consecuencias de la urbanización y el hecho de que el mundo vaya hacia el Ártico a desarrollar tecnologías y a extraer recursos. Los gases de efecto invernadero son esenciales para mantener una temperatura habitable en el planeta. Sin embargo desde la segunda mitad del siglo XIX las emisiones de estos gases producidas por el hombre, han aumentado considerablemente y sobrepasado la capacidad natural del sistema para auto-regularse.

Uno de los más notorios problemas es la pérdida de la cubierta del hielo marino. Su pérdida está relacionada con la Amplificación ártica. Las zonas que no están cubiertas con hielo durante el verano, absorben mayor cantidad de radiación solar, misma que se libera a la atmósfera después. En el verano el hielo marino puede reflejar hasta en un 70% la radiación solar de vuelta al espacio. De lo contrario, cuando el hielo marino desaparece, el océano absorbe gran parte de la radiación, lo que incrementa su temperatura y la de la atmósfera sobre el mismo.

«En el momento en que se derrite la capa de hielo, ya no hay protección en el océano para reflejar los rayos solares, la luz se absorbe lo que hace que se calienten el agua, el aire y el suelo. Empieza a salir vegetación en donde no debería de haber vegetación, esta vegetación crece, se muere rápidamente y se pudre. Con la materia orgánica en descomposición se genera más calor y más emisiones de gases de efecto invernadero. A su vez, el aire caliente se va a los trópicos y genera tormentas más fuertes, mismas que amplifican el aire caliente hacia los polos en un círculo vicioso».

Enterrando la atmósfera

Con esta investigación se exploraron diferentes estrategias que grandes empresas ya se habían comprometido a llevar a cabo. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) presentó cuatro caminos diferentes hacia un futuro de cero emisiones netas. Una de estas vías contempló el uso de tecnologías de Captura y Almacenamiento de Carbono (ACC). Actualmente existen diferentes métodos de captura de carbono, desde hacerlo directamente de la fuente hasta capturas de aire directas. Esto con la intención de procesarlo y/o re-inyectarlo en depósitos de almacenamiento agotados o convertirlo en roca. Empresas como Microsoft o Climeworks se encuentran liderando acciones como estas en el Ártico. 

© Rosa Pintos Hanhausen
© Rosa Pintos Hanhausen

Los espacios en la vanguardia de la urbanización como las plataformas petrolíferas, las rutas marítimas mundiales, los puertos y las granjas de servidores, crean los llamados Paisajes automatizados. Entornos que requieren de la ausencia humana para funcionar. «Este paisaje mitad humano, mitad no humano, es la nueva cara de la urbanización en el Ártico».

«Al día de hoy, el Ártico permanece bajo la hegemonía de la industria de los combustibles fósiles. Sin embargo, si imaginamos una futura urbanización en el Polo Norte, seguramente incluiría escenarios en los que la humanidad trate de utilizar el poder de la naturaleza en su favor».

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