Urbanismo y Construcción

Casa – taller / Barq’s taller de arquitectura

El terreno está situado en las afueras de la ciudad de alta gracia, en un loteo que se caracteriza por el cuidado del bosque nativo. En el corazón del lote hay dos grandes Talas que fueron las musas inspiradoras del proyecto. Como leitmotive, la preservación de la mayor cantidad de árboles posibles y que la casa – taller fuera permeada por esa geografía. Para ello, se dispuso la casa en el centro del lote liberando la esquina y se utilizaron materiales austeros, hormigón y ladrillo a la vista en volúmenes depurados.

© Gonzalo Viramonte
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Planta baja
Planta baja
© Gonzalo Viramonte
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La implantación surge a partir de estas características y se plantea en forma de L, un pabellón que corresponde a la vivienda con orientación norte y otro pabellón colindante con la calle, que es el estudio y taller. Ambos volúmenes se vinculan a través de la cochera y abrazan el patio generando un espacio de contención y privacidad, inspirado en la tipología de claustro. La vivienda posee un patio interno, donde también se mantuvieron árboles, que separa la zona pública (cocina, estar, comedor) de la zona privada (dormitorio). A su vez está en torno a un pasillo vidriado permitiendo una conexión ente ambos jardines, eliminando así los límites visuales exterior – interior. Los recursos disponibles eran acotados, por lo que se pensó una vivienda de dimensiones mínimas pero con gran amplitud en altura. Ambas, altura y luminosidad del patio interior crean una amplia espacialidad. El espacio de trabajo que llamamos taller era un requerimiento importante, tanto como el espacio de habitar, separando el trabajo de la vida doméstica. Tiene doble ingreso, desde la calle como desde la cochera. El volumen se cierra hacia la calle y se abre con un plano vidriado hacia el interior, disponiendo de luminosidad y vista de la arboleda existente.

© Gonzalo Viramonte
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Secciones
Secciones
© Gonzalo Viramonte
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La cochera es abierta, funciona como un elemento pivotante entre los dos volúmenes y contiene una expansión de piso de ladrillo, espacio de encuentro custodiado por la sombra de un chañar. Lo que implicó que el diseño del techo de la cochera, se perforara para darle paso a este tan preciado árbol autóctono. Allí sucede la magia de los encuentros y el compartir. Los árboles son nuestra galería, nos permiten el sol en invierno y la sombra en verano, generando una atmosfera apacible. La utilización de los materiales acompaña la idea de austeridad, economía de recursos y materiales locales. Se construyó con doble muro de ladrillo a la vista , dejando visto también hacia el interior, y hormigón, presentes en una viga inferior a modo de zócalo y una viga superior. El portón de ingreso es de chapa y copia la trama del ladrillo, generando un juego de luces y sombras. Lo demás, carpintería de aluminio y vidrios dvh, cemento alistado en piso del taller, madera en la casa. Como menciona Peter Eisenman, “la arquitectura que recordamos es la que nunca nos consuela o nos conforma”, así seguimos mutando y transformando nuestro hogar junto con el entorno.

© Gonzalo Viramonte
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