Arte

«El cielo en la tierra»: pabellón rinde homenaje a la tradición del Día de Muertos en México

En 2018, en la Alameda Central de la Ciudad de México se erigió un espacio flexible y efímero que demostró la luminosidad y flexibilidad plástica de unir 2,500 garrafones para formar un oasis cónico azul. Actualmente, este pabellón vive dentro del Huerto Urbano Roma Verde, en donde ha albergado distintos eventos y actividades en búsqueda de perder la fugacidad y no permanencia con la que se determinó su esencia primaria.

"El cielo en la tierra": pabellón rinde homenaje a la tradición del Día de Muertos en México - Imagen 14 de 42
© Jaime Navarro

Bajo este contexto, Factor Eficiencia lo transformó para evocar una de las tradiciones mexicanas más profundas en una reinterpretación del altar de muertos, tal y como lo hacen las familias mexicanas en sus hogares. Cada uno de los garrafones que forman el camino helicoidal de la tierra al cielo se visten con ramos de cempasúchil que ayudarán a los seres queridos a encontrar el camino de vuelta a casa. Al voltear al cielo, cuelgan las imágenes de los que se adelantaron. Aquí, el imaginario colectivo se materializa en un espacio para el que no olvida.

"El cielo en la tierra": pabellón rinde homenaje a la tradición del Día de Muertos en México - Imagen 36 de 42
© Jaime Navarro

A través de los miles de garrafones que lo erigen, demuestran que entender los materiales no por su función básica sino por su funcionalidad plástica permite contar con un enfoque de eficiencia y sustentabilidad franca y directa. Un gran ejercicio de reinterpretación espacial, en donde se demuestra que el espacio construido se adapta a las sociedades, a sus tiempos y al contexto inmediato, no al contrario.

"El cielo en la tierra": pabellón rinde homenaje a la tradición del Día de Muertos en México - Imagen 41 de 42
© Jaime Navarro

La sutil aproximación espacial de un icono cultural, intervenida por Factor Eficiencia, permite que el visitante construya su propia historia hacia un futuro colectivo. Así, el espacio construido nos subraya que no solo existe para las necesidades funcionales que lo ven nacer sino también para abrazar y exaltar las emociones de quienes lo habitan.

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