Editorial

PERMITIR…

Difícil que un solo compañero o una sola compañera de vida colmen todos los vacíos del alma humana, es tan limitado el tiempo y tan ilimitados la mente y el corazón que, sin faltar a la lealtad de un compromiso formal, puedan permitirse comunicaciones constructivas que alimenten y sean alimentadas por inquietudes comunes. Lo inevitable no tiene por qué afectar a lo cotidiano, pero que no afloren las promesas rotas, donde las lágrimas nublan los ojos.
Es triste cuando solo representan un mueble donde meter y sacar cosas, en ocasiones hablamos de las personas en vez de hablar con las personas, y ahí puede residir el secreto de ser más feliz mientras estás viviendo los peores momentos. Los resultados hablan más que las palabras, y tal vez todo esto no sea más que una simple conversación sazonada con poesía.
En el camino, me acompañan personajes, rebanadas de sol, rincones de cielo y bocanadas de aire fresco. Alguien camina junto a ti. Trascender en el tiempo como pasajero dentro de un agujero de gusano. El exilio se convierte en la patria pues el mundo necesita poetas.
Inevitables las paradojas, las sutilezas y los enigmas irresolubles. Palabras aventuradas son “siempre y nunca” demasiado definitivas para tener peso propio creíble. A veces me gusta dejar pasar un error gramatical, quizá para hacer regresar al lector, es como cuando quieres arreglar algo, lo arreglas, y terminas descomponiendo otra cosa.

La generosidad es la más alta cualidad del ser humano. Nada cuesta enriquecer y complementar un acierto ajeno, un texto valioso, un pensamiento inspirador que tal vez admita otras interpretaciones, hasta podría esclarecer algunos espacios oscuros y darle más lustre y valor al contenido, en un ágil, elástico y fino entendimiento, manejando una mezcla de lo arbitrario y lo lógico, con el sentido común y lo absurdo.

En el homenaje luctuoso al Arquitecto Louis I. Khan, original creador, entre otros de los Laboratorios Salk en La Joya California (1959-65), dijo de él Jonas Salk: ”existió una vez un hombre pequeño y maravilloso”… ese fue el único proyecto en toda su vida profesional que le dio beneficio económico, obra en la que separó volumétricamente cada función del programa arquitectónico, otorgándole claridad, con un carácter arquitectónico específico a cada función. Hombre talentoso y original, que llevaba simultáneamente tres vidas familiares con tres mujeres distintas pero coexistiendo con cierta armonía, y también con gran presión.
Él no creía que la belleza pueda ser creada de la noche a la mañana. Se inspiró en las fuentes arcaicas de la toscana italiana, los castillos escoceses, los poblados medievales franceses, y los baños imperiales romanos, y afirmaba que cuando la música entra en la arquitectura el espacio adquiere tonalidades. Vivió en una época en donde “el progreso” como ideal de vida
se empezaba a erosionar, exaltó el espíritu humano dándole a sus obras un aura de nobleza, exponiendo en sus proyectos institucionales un sentido social de igualdad de oportunidades para todos, y evocando en sus proyectos religiosos un estado de gracia sin distinción de dogmas y sectarismos. Su frase seminal fue: ¿qué quiere el edificio ser? Y surgen de ahí notables cualidades de orden y propósito.

En “You Tube” se puede encontrar una inspiradora película titulada “My Architect” producida
por su hijo Nathaniel Khan. Imperdible!

Hoy nos dimos todo lo que se nos dió

(León Larregui “Brillas”)

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