Editorial

EL VOTO

Jaime Claudio Pérez García

Alrededor de la mitad de la población mundial tendrá elecciones este 2024, esa es la oportunidad de modificar lo que está lejos de ser perfecto. Hoy en algunos países el voto, principalmente el de las mujeres y los jóvenes, puede definir el resultado final de una elección. Ellas y ellos, abrumados por tantos problemas que no crearon, subsisten en una especie de nuevo existencialismo, un aislamiento e indiferencia en los que ya ni siquiera hay enfrentamientos o confrontaciones. Viven en la red, muy conectados pero poco integrados. Preocupados por sus propias urgencias, desvinculados de la política e indiferentes al peligro de caer o continuar bajo algún líder populista. Es así que en la absoluta soledad de la condición humana, la vida casi nunca nos da una segunda oportunidad.


Sin duda vivimos en un deterioro social, cultural y ético, y el reto es atraer a jóvenes y mujeres con cierta educación e información, pero aún con toda la información que reciben y manejan, también son ignorantes e indiferentes a los problemas comunes. Ignorantes ya que no vivieron la lucha de otras generaciones para lograr los avances democráticos, e indiferentes y cansados de promesas incumplidas, transas y engaños donde siempre gana el malo y el castigo nunca llega. No entienden que van a elegir a un líder, al capitán de la nave que puede llevar al progreso o al fracaso, pues manejará la salud, la economía, la seguridad, la educación, el futuro en una palabra. Ellos ya no creen en nada ni en nadie, no se comprometen, no tienen hijos, cambian de trabajo, vivienda y pareja. Evaden la estabilidad y viven al día. Aunque tal vez esto se originó con la tan mal manejada pandemia, que nos robó 2 o 3 años de vida, y a partir de entonces se olvidó la ética, el honor y la armonía como bases de nuestra sociedad, y fue entonces que caímos en esta espiral de decadencia social.


Se presenta un gran oportunidad de crecer y progresar, al elegir a un gobierno que logre convocar al Capitalismo Social a unirse en un pacto con armonía y sin odios, sociedad y autoridades preparando a las mujeres y a los jóvenes que han sido excluidos para, con una preparación teórica y práctica para el trabajo, puedan salir adelante con su propio talento y esfuerzo. Crear empleos bien pagados para toda esa población, pues de otra forma será imposible motivar a esa gran base social a votar en bien de la sociedad. Y aunque esa apatía puedan haberla aprendido de nosotros los adultos, por eso es importante motivar a todos los que no creen en nada ni en nadie, a aquellos a los que todo les da igual.
Parece ser que cegados por el poder y el dinero público, algunos gobiernos populistas aferrados al poder, que acusan a “los ricos” de manipuladores, sin aceptar que son ellos los que gastan millonadas del dinero público en comprar ilegalmente los votos de los necesitados para ganar elecciones manipulando mañosamente y desde adentro a los procesos electorales democráticos, y aunque estén empeñados en hacernos creer que ya ganaron las elecciones, no es así. La esperanza debe ser como una rutina, ya que el voto está basado en la confianza, el deseo de cambiar y en un profundo deseo de superación para el futuro. Y no es justo que algunos que llegaron al poder gracias a la democracia, hoy la quieran destruir.

silhouette of a woman praying on the mountain, Praying hands with faith in religion and belief in God.


Ante la creciente complejidad de los problemas actuales debemos votar por las personas más capaces y confiables. La pobreza y la ignorancia le restan importancia al voto, y aunque estamos preparados para resolver problemas, hoy enfrentamos una creciente dificultad para encontrar la verdad y la certeza en muchas cosas. La IA y la automatización nos hacen escépticos e incrédulos, enrareciendo la comunicación y la confianza. Hoy la mayoría vive en incertidumbre por la salud, la inseguridad, la educación, el deterioro del medio ambiente y la falta de un ingreso mínimo, y es ahí en donde debemos conservar el optimismo, la irreverencia, la alegría, el arrojo y la originalidad que producen la euforia del permanente desafío, en el que la clave es la recuperación y la renovación, pues esencialmente lo que estamos viviendo es una crisis de trabajo, que es el origen de la creciente delincuencia que aprovecha la falta de educación y las escasas oportunidades de trabajo. En algunos países la delincuencia es el mayor empleador de jóvenes y migrantes, y en ocasiones es a la fuerza. Votar es un compromiso por el futuro, y es un reto que bien puede ser de vida o muerte. Sorprende a lo que hemos llegado. Lo que son las cosas.

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