Arte

ARTISTA FABRICA PIÑATAS GIGANTES INSPIRADAS EN LAS CRIATURAS FANTÁSTICAS DEL BOSCO

INSPIRADO EN EL ARTE ACADÉMICO Y EL POPULAR, EL ESCULTOR ROBERTO BENAVIDEZ HIZO ESTA SERIE LLENA DE FANTASÍA Y EXTRAVAGANCIA.

Las criaturas e imágenes que pueblan las pinturas del Bosco son por sí mismas extravagantes y algunas incluso un tanto perturbadoras. 

En particular, su representación del “Jardín de las Delicias” (inspirado en el imaginario bíblico y católico del medioevo y el Renacimiento en torno al Paraíso y el Infierno) es donde se encuentran la mayor parte de figuras enigmáticas, que si bien retoman motivos iconográficos de su época y de otras anteriores, también toman distancia del canon y parecen sumergirse de lleno en la imaginación del artista. No se explica de otro modo la profusión de animales fantásticos, situaciones inverosímiles, criaturas híbridas y otras invenciones que ahí se observan.

Tomando como inspiración ese bestiario, el artista de origen texano Roberto Benavidez hizo una serie en donde combina la imaginería del Bosco con otra creación igualmente extravagante: las piñatas de la cultura popular mexicana.

Como es sabido, las piñatas tienen su origen en el periodo colonial de la historia de México, cuando el país estaba gobernado por un virrey delegado por la Corona española. Esta época coincidió con el periodo artístico del Barroco en Europa y especialmente del barroco español, tan influenciado por la doctrina católica y contrarreformista de la época. 

En ese momento, las piñatas surgieron como parte de las prácticas de adoctrinamiento entre los naturales del país, quienes no se habían plegado aún a la religión cristiana. Aunque al parecer provenían de China a través de Italia (por los viajes de Marco Polo), donde ya eran utilizadas como adornos en la época de Cuaresma, en la Nueva España las piñatas fueron adaptadas para simbolizar el pecado que sería destruido por el pecador gracias a la guía de Dios. Su forma de estrella de siete puntas se suele asociar con los siete pecados capitales, y la persona vendada que la golpea es el pecador cegado por el pecado.

Con el tiempo, debido a la versatilidad de los materiales con que se fabrican (cartón y pegamento, además de una olla de barro en el interior que poco a poco ha caído en desuso), las piñatas perdieron ese vínculo religioso y han pasado a formar parte especialmente de las fiestas infantiles en México, en cualquier época del año y prácticamente en cualquier estrato social. Las piñatas dejaron también su forma original y, gracias a la creatividad de sus artesanos y en parte siguiendo las demandas del mercado, ahora imitan las figuras de dibujos animados, superhéroes u otros personajes identificados por niñas y niños.

Es así como Roberto Benavidez pudo llegar con sus obras a una síntesis del arte en su doble vertiente de arte académico y arte popular. Por un lado, el Bosco y sus figuraciones; por el otro, la piñata que proviene de la cotidianidad mexicana.

El resultado es sorprendente, pues de algún modo las piezas logran tomar distancia de ambos referentes sin perderlos del todo, pero también sin parecer una imitación simple ni de una ni de otra fuente.

Tomando en cuenta la tradición de las piñatas mexicanas, quizá una pregunta que podría hacerse ahora es qué pasaría si se rompiera una de las fabricadas por Benavidez. ¿Qué saldría de su interior? ¿Una cascada de criaturas como las del Jardín de las Delicias? ¿O acaso esa ruptura se convertiría en un acceso a esa otra dimensión donde reina la fantasía del Bosco y de las y los fabricantes de piñatas?

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